En el frío abrazo de un narciso sin alma,
Con su mirada gélida, su presencia que embalsama.
No soy la primera ni seré la última en caer,
En su danza macabra, su plan siniestro de poder.
Con método y frialdad, teje su tela de engaño,
Atrayéndome con su encanto insano.
Las lágrimas de otras víctimas adornan su camino,
Mientras su corazón de hielo sigue su destino.
Me entrego, confiada en su falso brillo,
Ignorando las señales, cautiva en su castillo.
Pero cuando finalmente abro los ojos, la verdad me inunda,
Y mi mundo se desmorona en una espiral profunda.
Descubro la verdad tras la máscara de mi opresor,
El frío cálculo, el egoísmo sin pudor.
Y en el abismo de la traición, encuentro mi dolor,
Pero también la fuerza para renacer, más fuerte que el temor.
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